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5 may 2010

     Elfos contra monstruos.
     Y dos ejércitos a ambos lados de mi persona, armados hasta los dientes. Los elfos, serenos. Los monstruos gritando como simples animales.
     -No son más que bestias - digo yo, un guerrero maldito, sin disimular ni un ápice toda la repugnancia que aquellos seres me provocan.
     Los guerreros malditos, con arco y espada, entrenados para matar. Y yo, sobre todo, a bestias como las que tenemos en estos momentos delante. En el preludio de un amanecer.
     -¿Ya han venido los jinetes? - me pregunta el general del ejercito de elfos, entendiendo que yo no estoy a sus órdenes.
     -No - contesto con una sonrisa - Pero si los caballos. Bueno, miento, uno ha conseguido venir con jinete. Lo malo... es que de las cinco partes que forma un elfo, solo hemos encontrado cuatro. Creo que ha perdido la cabeza.
     -¿No podéis montarlos vosotros? - pregunta horrorizado, no tengo aún claro si por la idea de tener a un soldado decapitado o al hecho de que ni me haya inmutado.
     Somos el punto fuerte del que todos los ejércitos élficos dependen. Sin nosotros, perderían todas las batallas. Es una verdadera lástima.
     -Si, pero primero mataremos a los asesinos de los jinetes. Luego, pasaremos al resto de las bestias - digo con todo el asco y la repugnancia de mi ser.
     -De acuerdo, supongo que los caballos regresaron aquí por la retaguardia.
     -No, más bien los regresaron. Llamo a mi gente y nos vamos.
     Somos más bien pocos y por supuesto, no somos inmortales, como las leyendas cuentan. Simplemente, somos superiores y por eso tardamos más en morir en batalla. Cuando muere uno de los nuestros, rápidamente, el hueco es cubierto con un novato, que, por desgracia, no dura ni un cuarto de lo que dura uno de los guerreros malditos.
     Voy con los míos. Soy el que está al mando, pues he vivido más guerras que ninguno de los que me acompañan. Les comento a todos el plan a seguir para exterminar a los monstruos. Vamos a terminar con ellos...
     Tres novatos, de los veinte que me llevo, se echan atrás. Les oblico a no abandonar. Algunos comentan que no tengo corazón. Puede que tengan razón.